lunes, 26 de abril de 2010

Primavera de colores.

Créeme; te voy a regalar la mejor de mis sonrisas. Y entonces ni siquiera serás capaz de saber por qué. Ya lo sabes. Somos bipolares.

Cierra los ojos durante mucho más rato que cinco simples segundos; pero ciérralos tan fuerte que puedas llegar a sentir el crujir de tus pestañas. Luego, después de haberte evadido, despierta. Y dime la verdad. Es duro descubrir la realidad, encontrarte con esto, con todas estas ilusiones perdidas.

Yo también soñé que lo cambiaría, que pintaría tu atmósfera de colores tan intensos que romperían las ventanas de tu cielo; si es que existiese. Entonces cojeré el humo con el que habíamos pintado los sueños y aspiraré tan fuerte que las nubes se verán obligadas a llevarme allí.

Y pensando, siempre me repito que todo esto va a seguir siempre dentro de mí y solamente el papel será testigo de a dónde quiero irme.
Contigo.
Sin ti.

Volando tan alto dentro del agua.

Déjame separarte de mí, desmayándote el alma y dejando que baile (aunque sea sola) pero quizás sería mejor si la acompañas.
No lo se.
No se que es mejor.



Imagínate que estoy loca de verdad (pero de verdad ¿eh?) y que mis utopías son solo delirios de mi imaginación, pero, dime que vale la pena.

Ha vuelto.
Otra vez vuelve a visitarme.
Simplemente estaba escondido en su mundo libre.
Eso es lo que tenemos todos en nuestro interior. Y cuando te atrevas a visitarlo, llámame.
Creo que estaría dispuesta a darte la mano. Quizás sea algo nuevo para tí pero, ¿acaso hay algo mejor que descubrir cosas?

Deja que fluya el humo de sueños, que es de colores y ni siquiera el asfalto puede oscurecerlo. ¿Te vienes?




Que no se por qué sólo me empeño en gastar tinta, pero ni te imaginas cómo me siento.
Sí, de colores.
De colores salvajes.
Como cuando éramos niñxs.


···
··miriam··
·Jau·
·

sábado, 24 de abril de 2010

Sé que mis días son sin luna y mis noches de ninguna



"Pero miren a quién tenemos aquí, al pequeño Memé, ven Memé mira este puntito rojo en mi corazón, ¿lo ves? acércate... mira hacia dentro y tal vez veas un montón de gente tomando baños de luna en noches como ésta."

Sé que mis días son sin luna y mis noches de ninguna


.nada.
No soy, me pierdo y me desencuentro cada vez que salgo a buscarme. Entonces soy, pero sólo a ratos y a medias lunas y sin tinta.
No sé dónde he metido el corazón, no sé dónde dejarlo. Lo guardaba en la mano, con el puño bien cerradito para tenerlo controlado y así no asustarme con el molesto tictactictactictac. A ti te gustaba oírlo, aunque apenas tuviera el valor de hacerse escuchar. Ahora no lo encuentro, ¿te das cuenta? Habría sido mejor dejarlo tranquilo en el pecho, pero es que yo esas cosas nunca las pienso con la cabeza. Las pensaba con el corazón, claro, pero es que ahora no sé a quién prestárselo mientras salgo a buscarme.
.nadie.
Sigue sonando, muy suave, ese tictac. Como si tuviera miedo de oírse; le asusta el silencio.


Lo siento, tal vez es demasiado tarde para volver a volver a ser cobarde. Tal vez es demasiado tarde, o pronto, para volver a hacer el tonto.


Yo me quedo aquí a tender mi pena al sol. En la cuerda de tender, desolación. Luego empezaré a coser tequieros en un papel, y a barrer el querer con los pelos de un pincel.



Sólo somos imágenes de luz, un metódico claroscuro, caos de bolsillo.

:laura:nana:


lunes, 19 de abril de 2010

Al Azahar

Atrapados. Estamos atrapados.
¿Yo? Hace tiempo que no soy un ser humano, o quizás aún lo soy; y demasiado.
Noto el corazón cuando se diluye, se olvida de mí y se extiende por una sangre que ya, no fluye.

                                             
Los días grises y miserables se curan con la sonrisa de desconocidos. Cuando estás perdida, puedes encontrarte en las miradas claras de quienes te miran y te ven. En la tranquilidad cómplice que da reconocerse como personas y no como "gente".

                                             
Seremos cuerpos de primavera dulce. Surcaremos los siete mares saltando en la cresta alocada de tus pestañas; beberemos las horas; seremos a la vez fuego y agua. Haremos el amor en sábanas de sol y aullaremos con descaro a la luna, creciente o menguante, qué más da.
Respiraremos profundo y seremos aire de primavera.

¿Ves como sí que se puede vivir de sueños?



[ Te echo de menos, ¿me oyes?, por eso sigo en danza. ]



laura:nananà

jueves, 15 de abril de 2010

Pieles rojas.

Quizás al ver tanta letra penseis que no merezca la pena leerlo, pero creedme; la merece.
Porque...¿qué más nos da perder cinco minutos de nuestro tiempo para darnos cuenta del valor que debemos darle a aquello que nos rodea?

Naturaleza, ¿acaso existe algo más bello...y frágil?


" ¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas ¿Cómo podrían ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena de las playas, cada gota de rocío en los oscuros bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

 Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos por las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esa bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y así mismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

 Por todo ello cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.


 El agua cristalina que corre por los ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino, también, representa la sangre de nuestros antepasados. Si le vendemos nuestra tierra deben recordar que es sagrada y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. 
 


Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos y, por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con la que se trata a un hermano.


Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga, y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Les secuestra la tierra a sus hijos.


Tampoco le importa, tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o piedras de colores. Su apetito devorará la tierra, dejando atrás solo un desierto. 
 


No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola visita de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizá sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos.



Pero quizá también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido solo parece insultar nuestros oídos. Y después de todo, ¿para que sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras o las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos.



El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento, la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al olor. Pero si les vendemos nuestras tierras, deben recordar que el aire nos es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida también recibe sus últimos suspiros.



Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. Por ello, consideramos su oferta de comprar nuestras tierras y si decidimos aceptarla yo pondré una condición: el hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos.



Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudrirse en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una máquina humeante puede importar más que el búfalo, al que nosotros solo matamos para sobrevivir.



¿Qué sería del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que suceda a los animales también le sucederá al hombre, todo va enlazado.



Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra esta enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre; y que todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos.
 Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos: todo va enlazado, como la sangre que une una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra les ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él solo es un hijo. Lo que hace con la trama se los hace a si mismo.



Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo quizá seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra algún día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que Él les pertenece, lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan, pero no es así. El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para Él, y si se dañase provocaría la ira del Creador. También los blancos se extinguirán, quizá antes que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.



Pero ustedes caminaran hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por qué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes.

 




¿Donde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia. "

Carta del jefe indio Noah Sealth al hombre blanco, 1854.


La naturaleza forma parte de nosotros, ¿tan difícil es darse cuenta?


Miriam
Jau





miércoles, 14 de abril de 2010

Miedo del hombre a la mujer sin miedo


La historia es simple: sales de clase de inglés, a eso de las cinco y media de la tarde. Cruzas el parque pensando en tus cosas y al acercarte a uno de los bancos ves que se acaba de sentar un hombre. Un hombre muy hombre; un cuarentón que se deja caer con las piernas muy abiertas como si todos tuviésemos verdadero interés en lo que hay entre ellas. (Lo cual demuestra que es lo único que tiene, el pobre, de lo que sentirse orgulloso.). No puedes evitar un cierto desprecio y sigues andando, sin mirarle. Cuando ya has pasado el banco y te has olvidado del apuesto galánr, oyes una voz grave que dice, bajito, con ese tono de macho que no sabe disimular su cobardía:
- A ti te follaba yo, punky.
Respiras hondo y sigues andando, como si nada; gilipollas hay muchos.
- ...Te violaba, eh, a ti te violaba; puta.
Aprietas los dientes y le enseñas el dedo corazón por detrás, sin girarte.

En el ascensor, miras tu reflejo y te das cuenta de que seguramente él pensaba que te habías puesto una falda corta para provocarle.
Te dan ganas de llorar: en menos de un minuto te ha convertido en un objeto de deseo y desechable. No, no vas a llorar. Al llegar a tu cuarto, pones música y subes el volumen.

¿Quién a se iría a la cama con un hombre bajo la promesa de una violación?


Piensas en que seguramente haya chicas que se sientan bien cuando alguien les haga este tipo de comentarios, o les llamen desconocidos por la calle con un chasquido de dedos o un silbido. ¿Por qué? Porque se sienten apreciadas. Porque creen que tienen mucho culo o pocas tetas, porque mira qué tripa, porque cómo voy a ligar yo con esta cara y estos muslos.
Lo saben: Se lo dicen a todas horas en la televisión, se lo repiten treinta anuncios desde que salen de casa hasta llegar al colegio, lo ve en las revistas para adolescentes, en las revistas de moda. Sabe cuántas calorías debería consumir al día, sabe qué talla debería llevar, los centímetros que deberían medir sus piernas, cómo debería tener el pelo y cómo los labios.
Lo saben, y creen que es eso lo que necesita para ser alguien, para ser guapa, para poder mirar a los tíos buenos del insti sin sentirse una payasa.
Todas las preocupadas por lo mismo, todas asqueadas de su reflejo; pero en vez de ponerse de acuerdo en que vestir una talla 32 con 18 años no es natural, se confirman la necesidad de ser carnaza de empresas cosméticas. Cremas antiestrías, zapatillas tonificantes, potingues anticelulitis, cirugías estéticas... Una vida encadenada al espejo y a las facturas.
No son mujeres quienes dirigen esas empresas, y la proporción de productos embellecedores para hombres es mínima.
Pero nadie se cuestiona.
¿Has visto alguna película con una protagonista calva, gorda, fea?
Pero, ¿y un hombre?
Ellos no necesitan un físico perfecto para triunfar.
Ellas sí.

¿Te imaginas una mujer quedando con amigas para entrar a un local donde pagar por tener sexo con un desconocido?
¿Te imaginas a una mujer que pase la tarde sentada en un banco lanzando intentos de piropos a los jóvenes que pasen por delante?
No.
Pero en los hombres, bueno, es normal. Ya se sabe, son hombres, se les perdona todo.

Ellos se sienten en su completo derecho. Al fin y al cabo, eres tú la que va provocando. Haberte tapado más, que tú también... Haberte puesto una falda hasta el tobillo, manga larga en verano y un pañuelo en la cabeza. Pero, eso sí, cuando estéis los dos solos, más vale que bajo ese saco de patatas que te hacen vestir haya un cuerpo de revista.
Él, cuando esté en posición de dictar leyes, argumentará que "resulta impúdico" vestir ropa ceñida, por no decir que le pone y que no sabe controlarse. "Y quédate en casa, que no vea que hablas con otro", por no decir que sabe que cualquier otra persona resultará para su mujer más interesante que tú, porque tiene miedo a perder "lo que es suyo".
Por miedo, por cobardía, necesitan los hombres someter a las mujeres; hacerlas sentir inferiores para poder imponer leyes basadas en la propia inseguridad masculina.
Nadie les ha dicho que no deba ser así.

En unos países se impone la necesidad de no mostrar atractivo físico, en otras la necesidad de mantenerse siempre atractiva.

Hay que joderse.


Miedo de la mujer a la violencia del hombre, y miedo del hombre a la mujer sin miedo. ..


Gema Cuéllar, Cierra los ojos



P.D.: el feminismo no es el opuesto del machismo, aunque sí se opone a él. No defiende la supremacía de la mujer respecto al hombre, si no la paridad. La igualdad, independientemente del género, de las personas.
"Feminism is the radical notion that women are people."



nananá.lau

martes, 13 de abril de 2010

¡Libertad para las manecillas del reloj!

Ya hacía tiempo que se había quedado parado. No quería moverse. Cuanod iba con él apenas podía soñar. Todo el tiempo estaba controlado, cada minuto estaba contado, cada segundo yo todos los días repetía la misma rutina. Hasta controlaba las noches para que no descansara, para dejar volar solo a la imaginación durante un breve periodo de tiempo. No podía evadirse. No podía volar.


Entonces un día me cansé de él, de estar controlada a cada segundo de mi vida, de saber cuánto tiempo tengo para hacer las cosas. Y fue en ese momento.


Abrí los ojos para ver cómo se paraba el tiempo y lo arrojé contra la pared. Viendo como se detenía al romperse. Y de pronto, tuve todo el tiempo que quisiera para hacer las cosas.

Él; era mi reloj.


Hace media vida me regalaron un reloj.
No recuerdo cuánto tiempo fui capaz de aguantarle pegado a mí muñeca, pero creo; que eramos demasiado diferentes. Incompatibles.
Y ahora, nada me dice cuánto tiempo he de soñar. Nadie me cuenta cuánto rato es el que puedo estar volando y sobretodo nada me dice cuánto rato puedo estar contigo.


Y entonces, sin darme cuenta; me suena el móvil y miro la hora.

Durante un momento ponte a pensar en cuánto tiempo has vivido. ¿No te parece poco el tiempo que te han dejado para soñar?



________


Y a nosotros ¡que nos quiten lo bailao!, que el tiempo, si existiese, estaría hecho para nosotros.

Y al pensar en mi utopía veo que se asemeja bastante al fuego, a la locura; pero no me gusta la cordura, así que prefiero pensarla. Quemarme, como siempre; arder, como siempre; ser algo más que una simple llama.

¿Simple?

Créeme, una llama es de todo menos simple.


" ...y esque últimamente no le encuentro sentido ni a los apuntes que yo escribo, pero si no lo hago pienso que me queman los amores imposibles de mi cabeza..."
Miriam
Jau

lunes, 12 de abril de 2010

Mi dulce reaparición estelar. ¿Dulce?




Somos viento.



Una aurora boreal o polar se produce cuando una eyección de masa solar choca con los polos norte y sur de la magnetósfera terrestre, produciendo una luz difusa pero predominante proyectada

en la ionosfera terrestre.



_______




Después de leer todas y cada una de las voces que me rodean me doy cuenta de que a mí me sale solo escribir rojo. Y qué tendrá ese color que nubla el de la mente.


O quizás, como siempre, esto sólo me pase a mí y en realidad no existan los colores.


Pero no, eso no.


Porque aquella niña era verde y, al volar, se volvió transparente; de eso sí que me acuerdo. De que se fundió en el color de las nubes y nadie, para mí, nadie; ha llegado tan alto como para averiguar su color.


Lástima que la gente crea que en los aviones vuelan en realidad; no saben que sus mentes siempre quedarán en tierra.


Lástima que inventar haya quedado como un simple invento.



(Tú te esnifabas el aire, y yo; me respiro el cielo. Y, hace unos meses, la aurora boreal).










NADA MÁS CERCA DE LO IMAGINARIO.






Miriam

Jau







domingo, 11 de abril de 2010

Y una nube de arena, dentro del corazón



Sam se mordió el labio inferior con suavidad, mientras cambiaba el cigarro de una mano a otra.
- Dame un gramo de realidad, varias tabletas de endorfinas, una bolsita de analgésicos y alguna de esas pastillas para dormir...
Él la miró de arriba a abajo y después siguió atento a las pelotas de malabares.
- Me debes pasta, cariño.
- Lo sé, lo sé... Ahora mismo no llevo suelto, pero...
No dejó que terminara:
- Entonces déjalo, y vuelve cuando tengas dinero.
Sam se acercó a él y apoyó la cabeza en su hombro.
- Por favor... Te prometo que te lo pagaré, estoy sacando dinero y dentro de poco tendré para devolvértelo todo. Venga, por favor...
Las pelotas volaban, una tras otra, como si las manos de él apenas las rozasen y por sí mismas buscasen llegar al cielo. Él giró la cabeza y se encontró a a escasos centímetros de Sam. Podía sentirle respirar, esforzándose en coger el suficiente aire. Tenía un olor dulce pero penetrante, como las magnolias. Ella le sostuvo la mirada mientras contaba los tonos de azul que sus ojos habían robado al mar. Sentía los labios de él muy cerca de los suyos; y sabía que estaban fríos, que podía acercarse hasta rozarlos y sólo sentiría frío.
- No.
Volvió la cabeza hacia las bolas de malabares.
- Puedo darte algo a cambio. -Dijo mordiéndose de nuevo el labio, y acordándose de fumar se llevó el cigarro a los labios. Aspiró con fuerza, una calada que le llevó el humo hasta el fondo de los pulmones.
- Lo dudo.
Él guardó los malabares en un bolsillo y observó con curiosidad el humo salir de su boca.
- ¿Ahora fumas?
- No - Dijo mientras le daba otra calada - . Lo controlo tan bien como el resto de mis adicciones.
El se acercó a su cuello y le susurró al oído:
- ¿Me prometes que me darás el dinero?
Sam se giró para mirarle a los ojos.
- Te lo prometo. De momento, quédate esto, yo no la uso.


¿Quién no vendería su alma al diablo si tuviera los ojos azules?


"Sombras chinescas se burlan de mí. Se reflejan a la luz del candil.
Y yo en mi cama... Lleva ya muchos días sin hacerse, llenarla a medias no me motiva lo suficiente."


Odio las promesas.


Laura

Las manchas de la razón



Las manchas de tinta sobre un papel son disparos.
¿Los oyes?

Pum. Pum.

A quemarropa, uno a uno vas asesinando relojes. Por eso pierdes el ritmo de los tambores y el calor de las hogueras. Por eso, por acostarse con el sonido de los disparos, te hiciste aprendiz de insomne. Por eso la pintura en su boca te sabe translúcida y hasta pierdes corporeidad.

Pum. Pum.

No digas nada; un papel en blanco es más que un silencio: son las voces de los fantasmas que vienen contigo.
No digas nada, no respires. Seguro que así pasarán de largo.



"Un latido me palpita en la sien; no sé si es la conciencia que quiere salir... o la enajenación propia de aquel que sabe que se acerca su fin."




Laura.yotampocoséquiénsoy

miércoles, 7 de abril de 2010

Ama, y ensancha el alma


La vida es un sueño con la ilusión de hacerlo realidad."
En las ciudades, las ilusiones se quedan pegadas al cemento. Como chicles o colillas que la gente pisa sin fijarse, y se van ennegreciendo hasta acabar como meras manchas sobre los adoquines. El alquitrán las inunda y se ahogan los sueños que te hacían palpitar. Entonces, es como si estuvieses muerto: caminas, transparente, rehuyendo los ojos de los demás, para que no vean que estás vacío.
Dentro de poco tampoco reconocerás como propios tus latidos, serás una persona estable, con coche, familia, casa y facturas. El pack de la felicidad, de rebajas en el Corte Inglés. La vida perfecta, la perfecta mentira. No serás tú, serás otro nadie, un traje negro caminando por calles grises. Tu cerebro, en blanco. La televisión y periódicos sensacionalistas llenarán esa carencia. Aceptarás como cierto que los liftings y las cremas embellecedoras quitan del corazón las arrugas. Todo resuelto.
Ahora podrás mirar a los ojos a la gente, porque no tienes nada que esconder: estás tan lleno de vacío como los demás. Pero seguirás girando la cara cuando en el bus alguien se siente frente a ti. Por decencia, por educación. Por miedo.
Cambiaste las pintadas en paredes por tentadoras ofertas: La vida es un sueño, 2x1 en MediaMark. No, no eres tonto. Sólo eres un pobre diablo. Hablarás de cualquier cosa sin saber de nada, pero no importa, dentro de poco una nueva edición de Gran Hermano.
Duele menos pagar 3000 euros por una pantalla de plasma que saber que has hecho de tu vida todo aquello que prometiste no hacer, y has dejado que te compraran lo que prometiste guardar para siempre contigo.
Ahora, dices, estás desengañado. Prefieres buscar en tu vida cosas seguras y no llenarte la boca de ideas y revoluciones. Ya no te crees esas patrañas por las que luchabas de joven. En un café mezclas melancolía y desdén para beber tus recuerdos; has llegado a despreciar aquello por lo que soñabas y la imposibilidad de las utopías te ha derrotado.
Derrotado. ¿Te das cuenta?
Haz un viaje en el tiempo, ¿cuál fue el momento aquel en el que mataron todos tus sueños y te volviste gilipollas?

Retrocede, impídelo. Vuelve a aquella calle y recoge las ilusiones del suelo.
Por favor, no dejes de soñar.

Hay que dejar el camino social alquitranado porque en él se nos quedan pegadas las pezuñas, hay que volar ¡libres!


:laura:nana:

lunes, 5 de abril de 2010

Azul


Azul

Ella no se perdía, se desencontraba. Se desilusionaba, se desenfocaba, se desinventaba y se desnudaba, pero no se perdía.
Era maestra en el arte de la desaparición. Decía “adiós” y se quedaba quieta en su salita, inmóvil como un naufragio. Entonces ya nadie la encontraba, nadie sabía si se había ido o había dejado de estar.
Por la noche, con la luna entraba el viento que mecía sus trenzas azules. Le susurraba océanos al oído y le decía que se fuera con él. Ella le hacía caso, y seguía quieta.  El viento colgaba sílabas en las costuras de su vestido y jugaba a convertirlos en números. Entonces ella se mareaba, le entraba vértigo y se confundía.  La luna, disimuladamente, colocaba las palabras en el borde de sus pestañas, para que se le cerraran los ojos y durmiera. Pero ella se negaba, era aprendiz de insomne. Por eso tenía tanto tiempo libre por la noche. Unas veces, se sentaba en la silla de madera y con una rabieta dejaba que las horas la masturbaran. Apagaba los relojes y, sin mover ni un músculo, dejaba que recorrieran su cuerpo orgasmos de los mares que ya no navegaba. Otras veces fumaba, y eran orgasmos de humo los que la encontraban despierta.
Otras noches organizaba magníficas fiestas de disfraces. Acudían decenas de personas, todos ataviados con lujosos vestidos y locos por desinhibirse sin tener en cuenta las consecuencias. Ella garantizaba la mayor discreción y sonreía a todo el mundo. La ausencia era la invitada especial, y le ayudaba a disfrazarse: La vestía con un sombrero negro de ala corta, decorado por una cinta blanca que no sabía quién había robado de su vestido. Nada más. Por más que se esforzara, el sombrero, con su lujo y su lujuria, no lograba convertirla en nada. Tampoco lo necesitaba. Podía enloquecer si le daba la gana, y emborracharse sin miedo. Bebía vasos y vasos de colores imposibles. Invitaba a quien tuviera más cerca y le regalaba una gota de azul. Jugaban con ella como juegan los enamorados, y después se echaba a reír y de un trago desaparecía y volvía a aparecer. Le gustaba besar a desconocidos, y besaba como una calada de humo dulce. De las que embriagan, colocan, y te garantizan un ataque de tos amarga.
Las fiestas acababan pronto, porque los invitados eran gente seria y tenían que madrugar para ir al trabajo. No importaba, porque las organizaba con frecuencia. La última fue ayer, o la semana próxima. No estaba segura: confundía el pasado con el presente e inventaba el futuro de antemano. Aun así, siempre se sorprendía a sí misma y nunca seguía sus planes. ¿Para qué?
Por la mañana, cuando los demás se habían ido, ella recogía la habitación. En el suelo retozaban los disfraces, aún borrachos, y del techo colgaban aros de humo. Las enredaderas de la ventana pedían clemencia al sol, y se acurrucaban arrastrando con pesadez la resaca. Ella tendía los vestidos, los pañuelos y las pelucas, los besos postizos y las miradas de antifaz, y colocaba piedras en los bolsillos para que no se volaran.
Exponía a la mañana sus mentiras y al barrer escondía las verdades debajo de la alfombra. Después  se preparaba un café muy cargado, para endulzar el aire y olvidarse. Dejaba en el alféizar de la ventana un vaso de leche fría, para el gato. El pobre había perdido la lógica en su cuarta vida -cuando se hizo poeta- y desde entonces sólo improvisaba jazz sin instrumentos musicales. Le seguía gustando la leche.
Algunos días venía el gato poeta a acompañarle en el desayuno. Con él discutía sobre la belleza, los traumas de Platón y la temperatura perfecta de las tostadas. Al gato le gustaban las historias de pirómanos y el jazz, y era divertido jugar con él a la rayuela porque siempre acababa bailando rock and roll en vez de saltar los cuadrados.
Después del desayuno, se tumbaba en el colchón y hablaba sola. Dejaba que las horas volvieran a vestirla y desvestirla y se escondía entre las sábanas. Pintaba con tinta transparente un esqueleto en su piel y pasaba páginas y páginas buscando los dibujos.
Reía y lloraba, encallaba y navegaba, todo a la vez y sin perderse.
Ella nunca se perdía, sólo se desencontraba.


Blues, her name was Blues.
laura:nana

jueves, 1 de abril de 2010

Esnifar las agujas del reloj, los rayos del sol.




A quemarropa:
Atentado al corazón. No sé dónde dejarlo, no sabe estarse quieto.

A quemarropa:
Atentado a la razón. No sé si lo que quiero es sobrevivir (que no es poco) o vivir de ilusiones (que no sé si se puede).

No sé con qué latidos ha de sincronizarse un órgano hecho de nubes y humo.
No sé, no sé. Pero me está desbocando el aire en los pulmones, el rojo en los labios...


Mi corazón le preguntó a mi cabeza qué le duele... Le comenta que pregunte por sus venas, que por más que le da vueltas no encuentra la respuesta. Y piensa que va a tratarse de una trampa, de una treta. Mente, explícale a tus ojos, que sabrán bien que ante todo no querría enloquecer. Que se inquieta y que se altera, que le busque la respuesta.