Sus ganas de marcharse comenzaron a crecer, sus pies se estaban quedando demasiado pegados al asfalto, es más, juraría que vi algunas raíces nacer de sus pies. Le impedían moverse con libertad, le impedían levantar los pies del suelo, le impedían volar.
Ahora está creando ritmos por las montañas, refrescándose en la noche con el calor de las hogueras, cantándole a la luna llena, y pintándome las estrellas a mí desde lejos.
Y lo mejor, esque ahora ya no tiene que tomar la decisión de fundirse o derretirse con el crudo asfalto. A mí me queda poquito para hacerlo así que ven prontito y nos vamos de aquí que mis manos ya necesitan tocar y sentir otros lugares.
Colores y luna;
mi playa, arena, sol y espuma...
(Iratxo; SUEÑOS)
J.