miércoles, 20 de abril de 2011

Vaciarse de acumulaciones

Hoy estuve hablando con un árbol. 
Él, como yo, estaba lleno de agujeros. 
Le faltaba un poco de tronco por aquí, allí algunas ramas, líneas sueltas, volúmenes enteros, manchas de corteza.

No dijo nada, pero yo me inventé que se había conseguido quitar, a lo largo de los años, todas esas cosas que solemos mantener dentro y que nos hacen sentir vacíos. Era como una escultura de Pablo Gargallo: había desaparecido lo intrascendente. Sólo guardaba los trocitos esenciales de sí mismo, que le hacían sostenerse y ser él; no importa en qué estrato, si en la superficie o en lo más profundo. El árbol había aprendido a no gastar energía y sabia en alimentar cuanto le desnutría, vaciándolo como una carcoma o como cualquier otra metáfora de la autodestrucción.
Y en esos huecos yo cabía, para poder irme también. Desde ellos se veían las hojas nuevas y las raíces asomando entre el follaje... Pude imaginarme la respiración pacífica del inmenso árbol, y aclarar que hay vacíos que se acumulan y también hay quienes se vacían de acumulaciones.


...Aunque quizás aquellos huecos no tuviera un propósito, y se le hubiesen caído partes de sí mismo, enfermas, sencillamente.
A saber. Yo no puedo imaginar qué le rondaba por la no-cabeza de un árbol, ni qué sentía. 
Sencillamente, estuve hablando con él; 
un árbol que, como yo, 
estaba lleno de agujeros.

nana

domingo, 17 de abril de 2011

Caleidoscopio

Instrucciones: leer con acento argento o, en su defecto, con cualquier otro que no sea el tuyo y no resulte ni demasiado serio, ni sobreactuado.

Hoy que hace sol y que se puede sonreír sin miedo, vamos a jugar a desdoblarnos. Es un ejercicio fácil, divertido, que puede ser tremendamente útil o no servir para nada.
Imagina que una parte de ti, no es sólo una parte, sino un Tú completo, otro. Puedes emplear el criterio que quieras: edad, gustos, conciencia-inconciencia... Una vez te has dividido en, al menos, dos personajes, tienes que imaginar una conversación entre ellos. Puedes haber delimitado claramente las características y el carácter de cada uno, o no hacerlo, es cuestión de gustos. Al fin y al cabo, todos serán siempre la misma persona.
Ahora, podrás decirte: “yo le vendí mi alma al diablo, y tú te acostaste con él.” Y contestar “yo sé que puedo brillar con la sonrisa de las estrellas, pero es que tú te empeñas en empantanar los días claros, y ella finge que no pasa nada, él sólo nos mira y se ríe y nosotros así no podemos estudiar”.
Parecerá que tiene sentido culpar a alguien de lo que has hecho. Como si no hubieses sido tú, como si hubieses perdido la cabeza y otra conciencia hubiera ocupado su lugar.
Es más fácil dirigir así la autocrítica, serás un escritor o un director de teatro, viendo a dos actores leer sin entender del todo las notas que les pasaste, y que tú tampoco entendías.

Bien, una vez has repetido varias veces el ejercicio, probando con distintas escenas, personalidades y grados de improvisación; puedes hacerlas a interactuar con otros, para ver las reacciones de cada uno de tus Yos.
“Ahora me muero por besarte y prometerte lo incumplible, te quiero porque sé que no estás conmigo, ya no aguanto más teneros cerca a ti y a tus tonterías, te estoy contando cómo te dejé porque eres mi nuevo cómplice.” Es sólo un ejemplo. Se trata de eliminar las líneas espacio-tiempo, extraer pequeñas manchas de realidad y a partir de ahí crear todas las escenas, todos los cuadros y las limitaciones posibles. 
Puedes hacerlo tanto contigo mismx como con otra persona auténtica, desdoblándola a ella. Intenta hacerlo simultáneamente, visualiza a la vez todos sus posibles Yos y todos los tuyos; sumérgete en la orgiástica infinidad de posibilidades. Y, por favor, deja de lado -como hizo Henry- esa tendencia al dualismo.



Finalmente, llegará un momento en que sólo sepas dividir en miles de imágenes cada simple reflejo de lo real.
Serás un caleidoscopio involuntario y absurdo. Divertido, sí, pero absurdo. Tú y tus múltiples Yos, sólo sabréis hacer complicado lo que podía haber sido simple, y viviréis más en los mundos imaginarios de las posibilidades, que en los que se puedan llamar reales.


nana


jueves, 14 de abril de 2011

Sonrisa de despedida.


Caminas con el viento de cara hasta que decides cambiar de dirección y así comienza a darte la espalda. (Y joder, es lo que quieres, que así es más fácil andar). Entonces nada dirige tu vida. Podrías haberlo hecho mucho mejor y lo sabes, podrías haber seguido caminando a pesar de la brisa que rozaba tu cuello. Tu rostro se enfriaba más y más, y parecía que dejaba de tener sentido. Pero después de eso sigues caminando y te caes, indefinidas veces: para aprender. Piensas en esa ciudad que cada día tienes más cerca y te asusta a la vez que te libera. Sabes que puede que algún día vuelvas aquí, que al principio te dejarás guiar por los andenes del pasado. Pero, ¿quién sabe lo que pasará después? Tal vez ya no quieras volver, pero tampoco quedarte allí. Tal vez algún día quieras volver a recorrer las calles de tu infancia, o tal vez no. En el fondo sabes que echarás de menos, lo difícil a veces es saber el qué; y cuánto tiempo durará la nostalgia en tu memoria. Pero no olvides que poco a poco la estás matando y quizás hasta te olvides de quién eres. Fugazmente alguna imagen sacude tu mente, en instantes cargados de emociones. CRIATURA, ¡CUÁNTO TE QUEDA POR VIVIR! Y tan solo estás a unas lunas de verte envueltx en otros sueños.

Y mientras piensas todo esto, frente a un cristal ves tu cara partida. Una enorme careta a tu espalda escondiendo al mundo y tus labios formando la sonrisa más sincera de tu vida. Estás dispuestx a romper esquemas de mundos negros. Simplemente quieres regalar una sonrisa a cada persona, a cada alma, a cada vida. Porque por fin te han abierto las alas, porque sabes que tu vida es tuya.

Sigues pedaleando como si el Sol no se fuese a apagar nunca, e intentas llevarte lo mejor de estas calles contigo; un poco de viento en los bolsillos. Y a pesar de que podrías haberlo hecho mucho mejor, ya no te atormentas. ¿Qué le darás al viento antes de irte? Un suspiro tal vez, un susurro. Te prometes que no vas a olvidar, te prometes que volverás; pero puede que cuando decidas volver, la ciudad de haya olvidado de ti. Y después de pensar esto último vuelves a caerte, a chocarte con tu sombra. Y aprendes QUE SI TÚ NO OLVIDAS, NADA TE OLVIDARÁ.


Miriam
Jau

sábado, 9 de abril de 2011

Ruido



“Todo lo que posees te  acabará poseyendo”, de modo que decidió no tener nada (ni a sí misma), y así ser dueña y esclava sólo de sus carencias.
Tan frágil como mis pupilas una mañana de sol, 
como el corazón una noche sin luna.


nana



lunes, 4 de abril de 2011

Delirio enloquecido.

Te debo mi voz
a menudo
con mis palabras que,
aunque vacías y huecas,
intentan llegar a conquistar
tu alma.

La calle suena,
animales se esconden
en las alcantarillas,
que visitan su propio rostro
deshumanizado por ella
a la vez maldita.

"Maldita rutina",
gritan,
porque ya no rugen,
ni sienten
ni aman.
Por ella.

Agua estancada
para pintar
los cuadros de casas desiertas,
cansadas de ver pasar
inquebrantables castigos
por sus paredes muertas.

No son días grises,
necesariamente.

Miriam
Jau

domingo, 3 de abril de 2011

Give me the strength

Quería quedarme allí,
acurrucada en aquel tren
esperando que apareciese mi parada.
Y así despertar entre mil amaneceres nuevos llenos de vida.
Caminando mano a mano con el Sol,
paso a paso hacia la Luna.
Como siempre, a la deriva.
Quise perderme entre andenes
sin saber dónde esperaba llegar.
Caótica y sin rumbo
y, para no variar, delirando.
Siempre entre delirios, como debe ser.
Y esque nunca me ha gustado la cordura en todo su esplendor,
prefiero desvariar.
Prefiero creer que sigo en ese tren,
rumbo al mar;
que me queda poco para despertar,
salir del capullo
y batir mis alas.
Lejos y fuerte; y lejos.

Otra vez voy a volver a tener tiempo
para hacer el amor,
y abrazarme a otros anocheceres,
entre estrellas y sábanas.
¿Quién dijo que soñar era caro?
A mí dejadme libre,
que soy yo quien decide mi vida.
Ya basta de mentiras impuestas
y palabras disfrazadas.
Quítate las telarañas,
y vive tu vida,
no vivas cuentos que tengan decidido el final.
Sé tu propia historia,
sé parte de las calles,
mézclate con el aire,
sé pájaro de libertad.
Con más ganas que nunca,
de echar a volar.

No importa dónde vaya ese tren,
ni siquiera en qué parada te bajes.
Abre los ojos y vuelo,
pero no olvides echar a correr:
que hoy en día
no están bien vistos
los sueños.

No busques tu vida entre andenes,
los andenes son parte de tu vida
y tú eres parte de ellos;
con cada suspiro
que lanzas al aire
deseando conocer
otros lugares.

(Miriam
Jau)