lunes, 28 de marzo de 2011

Las voces se descuelgan por las aceras.


En medio de todo este caos y este desorden, en un intento por organizar mis ideas.
Agrupadas en grupos revolucionarios de neuronas, hormonas y diversos tipos de células.

Imagina  un inmenso campo de batalla hecho a medida para mis pensamientos, el del olvido. Y yo descomponiéndome en millones y millones de partículas. ¿Armas? Claro, en una lucha se supone que tiene que haber armas ¿no?, cuerdas en este caso: cuerdas vocales o las de una guitarra si lo prefieres. Hay quien dice que la vida es un combate con nosotros mismos, que vivimos en una continua lucha por conseguir nuestros sueños o por dejarlos atrás, hay quien sonríe y hay quien los deja de lado al tenerlos enfrente. Y, como en todo, también hay gente que no tiene sueños. Entonces, ¿cuál es su lucha?

Siguen teniendo una lucha con ellos mismos, como todos, como tú y como yo. Una lucha para liberarnos de todas nuestras cadenas. Y ésta, es una lucha constante; aunque por momentos nos detengamos a paguemos nuestras voces. Porque a todas las armas se les acaba la munición. Por eso, porque todo se apaga y se enciendo como el fuego, esa lucha cambia. Como nosotros, que vamos cambiando para dejar morir algunas partes de nuestro interior. Para desaparecer y renacer, para florecer aunque sea en un combate, en un atentado a nuestros pensamientos. Podemos seguir brotando entre la maleza.



Que las rosas tienen espinas, 
y los peces también.

Miriam
Jau

lunes, 21 de marzo de 2011

Luna llena en clave de sol

Muérdeme las horas,
araña todos los metros que no sean de piel.
Olvida tiempo y espacio. Olvídame.
Rompe mis esquemas y mis miedos.
Acércate.

Ilumíname la cara y dame mil vueltas.
Muerde mis asperezas y la necesidad de tenerlas.
Desconóceme.
Juega bien las cartas que te paso por debajo de la mesa.
Sé sístole y diástole,
el crujido de mis vértebras.
Acércate.

Verás en mis ojos tu reflejo;
todas las personas son poetas.

No importa que no sepas quién soy
ni qué puedo llegar a ser: 

Acércate
quedan muchas notas.



















Laura.nana

sábado, 19 de marzo de 2011

Otro azul



Generalmente, confundo pensamientos con realidad.
Hoy ambos están sumergidos en una inmensa pecera dentro de un océano. No sé dónde acabo ni dónde empiezo, no puedo limitar las sustancias y no tengo claro si existen.
Soy a la vez peces y agua, velero y naufragio. ¿Te imaginas ser todos tus Yos en el mismo momento, de modo que no entiendas nada?
Corrientes marinas de agua dulce.
Me cuesta respirar pero el aire entra en mí en profundas bocanadas; me cuesta abrir los ojos pero veo todo. Como en un sueño, sólo tendrá sentido cuando despierte.
Todo, lo físico y lo inmaterial, se deslizan entre partículas de H2O y algas que bien podrían ser neuronas.

Vuelvo a darle a play, los sonidos revotan mil veces en el agua y vivo en estéreo. Ahora las contradicciones son dos voces simultáneas, y me provocan dolor de cabeza; de modo que escucho una única melodía, fluida y cristalina, que confunde a los sentidos.
Toco recuerdos e imágenes que alteran los tres tiempos tradicionales. Puedo palpar mi respiración: son pequeñas burbujas de aire atravesando el inmenso azul.
Yo misma soy una de esas burbujas, soy el humo de del cigarro que no fumé; soy agua.
Soy los recuerdos de lo que no pasó. Observo el sabor de tus labios, tan cerca tras el humo tan lejano. Degusto la sinestesia y el deseo. Eterna estrella fugaz sobre la arena oceánica.

Me mareo en el vaivén de mis propias emociones; intento encontrar la superficie para colocar sobre ella una cama en la que descansar, pero no sé dónde es arriba y dónde es abajo. Brillo como una rosa de los vientos que ha perdido los puntos cardinales.
Sin relojes no hay tiempo ni prisa, sólo mar. Cambia el astro, ya es de noche.
Cuando tengo sueño cierro los ojos y me dejo caer; me mantengo en la tridimensionalidad oceánica sin mover ni un músculo; mecida por el agua.
No tengo miedo de la oscuridad nocturna, que aquí es casi absoluta, porque también forma parte de mi sueño. Y yo soy quien decide qué ocurrirá, aunque no lo sepa, aunque no lo entienda, lo estoy inventando.

Te veo a través de mil cristales, de un laberinto de coral, de mil kilómetros de agua salada. Te veo repetido y transformado en los reflejos; no sé quién eres. No sé cuál.
La multiplicidad del instante es como una adivinanza hecha de peces rojos. Entre ellos me pierdo y juego conmigo al escondite, como jugaría Orión a reflejarse en la superficie de mi océano-pecera  si tuviera conciencia de sí mismo.
Me abandono al misterio, te lanzo al deseo, a mi sueño calmado, a la incógnita sin letra que despejar. Me abandono a unos pensamientos que bucean por mi piel, salpicando entre mis venas. Siento mis arterias como vívidos cortometrajes de cine mudo.

Sigo sin entender nada, pero creo que me gusta.

Es como besarte en la piscina y que te conviertas en un pez.
Es como escuchar a una estrella de mar cantar nanas en suahiri,
como girar los ojos y ver dentro de mi cráneo barcos de papel cargados de tinta,
como escuchar en tu boca un ramo de nomeolvides.

Es absurdo,
precioso
y azul.




Laura.nana

viernes, 11 de marzo de 2011

Tantas cosas.


Si pudiera volver a empezar.

Recorrería estas calles mil veces más, para no olvidarme nunca de sus rincones.
Sería parte de esta realidad, para luego desaparecer como todo.
Te conocería y me olvidaría de ti las veces que hiciera falta, si pudiese.
Me caería tantas veces para que no me doliera y me aprendería a levantar con más ganas que nunca.
Saltaría todos los charcos que me brindase la lluvia, para despertar con cada gota de agua.
Llenaría mis pulmones con tu aire y así sería pájaro de libertad.
Quedaría con tu alma, todas las noches que no hubiese luna llena, para poder conocerte a la luz de las estrellas.
Me bañaría en tus ojos para mezclarme contigo.
Me callaría ante todo el ruido que desprende la ciudad, para hacer música de silencio con mi voz.
Rimaría con cada una de tus palabras.
Vería el color de los árboles en cada primavera, y apagarse en otoño.
Seguiría jugando y me quemaría de nuevo con el crepitar de mis sentimientos.
Volvería a reír y a decir todo lo que pienso.
Te sentiría cada vez más cerca y más lejos.
Estallaría en una revolución a mi subconsciente, para recordar y olvidarme de quién soy.
Batiría mis alas para encontrarte, tan perdido como yo.
Valoraría todos los instantes como una mariposa a su capullo.

Y no sería nada, para poder ser todo.

Haría el amor en días de sol, y de luna; todos los días.
Te volvería a conocer después de todo aquello, otra vez, y querría besar tus labios al menos una vez para robarte así algún susurro.
Sería tan valiente como tú, para querer conocerte sin saber tu nombre.
Seguiría sin fingir que no me importan tus cadenas y que te estés matando, y me seguiría doliendo.

Intentaría ser (tu) luz.
Tendría los mismos escalofríos que tengo al hablar contigo, y me pintaría para ser de mil colores.
Me iría mil veces para no dejar nada atrás, y aún así tendría ganas de volver para sonreírte, para ser parte de tu sonrisa.
Me perdería para encontrarme.
Cometería mil errores, y soñaría.



Pero aún no sé si podría hacer todo esto sola.



Miriam 
Jau

miércoles, 9 de marzo de 2011

Mareas.

¡QUE ENTRE VIENTOS Y MAREAS
QUIERO RESPIRAR TU AIRE!

Brillar como el resplandor de la luna
y fluir como agua salvaje.

En noches estrelladas
y colores entre el polen,
navegando por el humo
y ahogándome en mi desorden.

Que me callo si me dices
que te aburren mis palabras,
que entre tanto dervarío
se queda desnuda mi alma.

Que yo me callo si me dices
que entiendes mis palabras:
"Al menos hay alguien en este mundo
que sí sabe de qué hablas".

Dame vida y dame fuego,
que en el fondo somos agua.
Somos aire y somos viento,
y a veces siento que no soy nada.

Que entre vientos y mareas
quiero respirar tu aire.


Fúmate esta realidad, que (a veces) son más bonitos los sueños.


Miriam
Jau

miércoles, 2 de marzo de 2011

Halagos y traiciones en las calles.


Su vida seguía castigándole por todo lo que había dejado morir.
Su cuerpo ya no sentía por todos los palos que le había regalado la calle sin apenas merecerlo.

Los parques ya no le veían sonreír y el humo ya no cabía en sus pulmones. ¿Cuánto había pagado para acabar así? El mar de sus pensamientos ahogaba su alma en un último suspiro de libertad. Tantas patadas al aire no habían servido de nada y sus nudillos ya no resistían más paredes.

Se había perdido entre la calle, se había dejado seducir por ella; entre halagos y traiciones.

Hasta su corazón se había llenado de humo, uno de tantos corazones que habitaban en su interior. Quién sabe cuántos soles más tendrían que pasar hasta su despertar.

De casualidad algún día se encontraría a sí mismo hundido entre el barro, envuelto en llamas. Como la noche se envuelve en las farolas.

Y al levantarse, como si no hubiese pasado nada, seguía caminando entre las calles pintadas a trazos. Nadie sabe si dejándose llevar o siendo su propio dueño.


Pero en el fondo,
en el fondo no sabía si quería seguir caminando;
que le dolían demasiado sus pasos
y estaba harto

de verlos desaparecer.

 
Así, sin preocupaciones, se dejó llevar.
Comenzó a fluir con su cuerpo,
sin más armas que su garganta y su voz para callarse ante el ruido que le brindaba el mundo.

Un mundo que le había corrompido.
Un mundo que había dejado de ser suyo.

Para volver a nacer,
y soñar con nuevos amaneceres y con el roce de sus manos.

A veces es bueno dejarse llevar por los instintos, siempre y cuando no dejen de bailar.
Y esque nunca ha sido bueno mezclar sonrisas y lágrimas.



Miriam
Jau