sábado, 19 de marzo de 2011

Otro azul



Generalmente, confundo pensamientos con realidad.
Hoy ambos están sumergidos en una inmensa pecera dentro de un océano. No sé dónde acabo ni dónde empiezo, no puedo limitar las sustancias y no tengo claro si existen.
Soy a la vez peces y agua, velero y naufragio. ¿Te imaginas ser todos tus Yos en el mismo momento, de modo que no entiendas nada?
Corrientes marinas de agua dulce.
Me cuesta respirar pero el aire entra en mí en profundas bocanadas; me cuesta abrir los ojos pero veo todo. Como en un sueño, sólo tendrá sentido cuando despierte.
Todo, lo físico y lo inmaterial, se deslizan entre partículas de H2O y algas que bien podrían ser neuronas.

Vuelvo a darle a play, los sonidos revotan mil veces en el agua y vivo en estéreo. Ahora las contradicciones son dos voces simultáneas, y me provocan dolor de cabeza; de modo que escucho una única melodía, fluida y cristalina, que confunde a los sentidos.
Toco recuerdos e imágenes que alteran los tres tiempos tradicionales. Puedo palpar mi respiración: son pequeñas burbujas de aire atravesando el inmenso azul.
Yo misma soy una de esas burbujas, soy el humo de del cigarro que no fumé; soy agua.
Soy los recuerdos de lo que no pasó. Observo el sabor de tus labios, tan cerca tras el humo tan lejano. Degusto la sinestesia y el deseo. Eterna estrella fugaz sobre la arena oceánica.

Me mareo en el vaivén de mis propias emociones; intento encontrar la superficie para colocar sobre ella una cama en la que descansar, pero no sé dónde es arriba y dónde es abajo. Brillo como una rosa de los vientos que ha perdido los puntos cardinales.
Sin relojes no hay tiempo ni prisa, sólo mar. Cambia el astro, ya es de noche.
Cuando tengo sueño cierro los ojos y me dejo caer; me mantengo en la tridimensionalidad oceánica sin mover ni un músculo; mecida por el agua.
No tengo miedo de la oscuridad nocturna, que aquí es casi absoluta, porque también forma parte de mi sueño. Y yo soy quien decide qué ocurrirá, aunque no lo sepa, aunque no lo entienda, lo estoy inventando.

Te veo a través de mil cristales, de un laberinto de coral, de mil kilómetros de agua salada. Te veo repetido y transformado en los reflejos; no sé quién eres. No sé cuál.
La multiplicidad del instante es como una adivinanza hecha de peces rojos. Entre ellos me pierdo y juego conmigo al escondite, como jugaría Orión a reflejarse en la superficie de mi océano-pecera  si tuviera conciencia de sí mismo.
Me abandono al misterio, te lanzo al deseo, a mi sueño calmado, a la incógnita sin letra que despejar. Me abandono a unos pensamientos que bucean por mi piel, salpicando entre mis venas. Siento mis arterias como vívidos cortometrajes de cine mudo.

Sigo sin entender nada, pero creo que me gusta.

Es como besarte en la piscina y que te conviertas en un pez.
Es como escuchar a una estrella de mar cantar nanas en suahiri,
como girar los ojos y ver dentro de mi cráneo barcos de papel cargados de tinta,
como escuchar en tu boca un ramo de nomeolvides.

Es absurdo,
precioso
y azul.




Laura.nana

1 comentario:

Celia dijo...

Qué bonito. Y tan azul :)

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