domingo, 29 de enero de 2012

Rouge

La chica que pinta está dentro de una habitación cuya puerta cuelga a dos metros del suelo. Observa de reojo cómo en las paredes sus reflejos se disfrazan, se tapan y desnudan. Desde fuera, sin embargo, también se le puede ver: los muros están hechos de cristal y tras ellos se mas-turba, juega con las luces y se deja acariciar por sus propias sombras.
La chica que pinta a veces finge orgasmos sobre el papel, pero los espectadores sólo la ven temblar y sacudirse. Se recorre con las manos llenas de pintura, saliva y sed. Baila tangos, gime y vuelve a borrar con jazz las quemaduras. Se lanza de una pared a otra, de un papel a otro, y por el suelo prosigue el dibujo. Su espalda se retuerce igual de placer que de dolor,  y tiene esa extraña sonrisa que no se sabe si romperá a reír o a llorar.
La chica que pinta no escuchará los aplausos cuando se acabe el show, y aunque sabe que la observan, en su habitación sólo ve espejos y sólo siente su propia piel.


Como todos, al fin y al cabo.

(No podemos salir de nuestras cabezas, pero sí ir ampliando los muros… y, quizás, un beso a través de la cortina.)

Laura

jazz

No quiero hacer poemas de acuarela estéril y sangre frágil, no quiero empezar esa canción diciendo "te echo de menos" ni pasar horas tiritando sin tu piel. Conozco esa obra en la que me tiembla la mano, la voz me sabe a óxido y veo la sangre discurriendo por mi nuca, y no quiero volver a interpretarla esperando tu abrazo. Me moriré de ganas de pedirte que me salves, pero he decidido no creer en tus milagros.Te nombro poco para no encontrarme contigo en mi boca, ni con tu ausencia en los besos que decidí no volver a darte. Podría escribir miles de frases para retenerte aquí en cada detalle y recordarte que te quiero... no lo haré. Yo también me sé tu calor de memoria, pero prefiero necesitar el mío.








laura.nana