miércoles, 2 de marzo de 2011

Halagos y traiciones en las calles.


Su vida seguía castigándole por todo lo que había dejado morir.
Su cuerpo ya no sentía por todos los palos que le había regalado la calle sin apenas merecerlo.

Los parques ya no le veían sonreír y el humo ya no cabía en sus pulmones. ¿Cuánto había pagado para acabar así? El mar de sus pensamientos ahogaba su alma en un último suspiro de libertad. Tantas patadas al aire no habían servido de nada y sus nudillos ya no resistían más paredes.

Se había perdido entre la calle, se había dejado seducir por ella; entre halagos y traiciones.

Hasta su corazón se había llenado de humo, uno de tantos corazones que habitaban en su interior. Quién sabe cuántos soles más tendrían que pasar hasta su despertar.

De casualidad algún día se encontraría a sí mismo hundido entre el barro, envuelto en llamas. Como la noche se envuelve en las farolas.

Y al levantarse, como si no hubiese pasado nada, seguía caminando entre las calles pintadas a trazos. Nadie sabe si dejándose llevar o siendo su propio dueño.


Pero en el fondo,
en el fondo no sabía si quería seguir caminando;
que le dolían demasiado sus pasos
y estaba harto

de verlos desaparecer.

 
Así, sin preocupaciones, se dejó llevar.
Comenzó a fluir con su cuerpo,
sin más armas que su garganta y su voz para callarse ante el ruido que le brindaba el mundo.

Un mundo que le había corrompido.
Un mundo que había dejado de ser suyo.

Para volver a nacer,
y soñar con nuevos amaneceres y con el roce de sus manos.

A veces es bueno dejarse llevar por los instintos, siempre y cuando no dejen de bailar.
Y esque nunca ha sido bueno mezclar sonrisas y lágrimas.



Miriam
Jau

3 comentarios:

Mª Trinidad Vilchez dijo...

Muy bonitas tus palabras y reflexiones...
Yo creo en el instinto y en las corazonadas, nunca me fallan.
Un abrazo, Mari Trini.

BLQ dijo...

la indiferencia es el peor de los pesares. La calle es dura, la realidad es tremenda pero uno debe ser fuerte para salir al paso, no dejarse llevar y que los sueños que llevamos se transformen en hechos.

Anónimo dijo...

Upss.. Cada palabra una pincelada de color al alma. No me importó mancharla. Porque cada una de tus voces, me gusto, como niño lamiendo sus labios, al sentir tanta golosina junta en su bolsillo. Así me lleve tu escrito pa saborearlo a hurtadillas cuando me falta la inspiración. (Oscar.

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