viernes, 26 de febrero de 2010

Hijos de la nada




Vivimos sin ser conscientes de que estamos vivos. Somos un perverso reflejo del tiempo, el espejismo de lo perdido y lo nunca encontrado.
Somos la vaga imagen de lo que fuimos, de lo que no somos y de lo que deberíamos llegar a ser y no seremos.
Actuamos como si fuera cierto todo lo que creemos y real todo lo que perciben nuestros sentidos.
Confiamos en la seguridad de un mundo basado en verdades ya establecidas, en el cual es impensable pensar al margen, dudar de las bases. No nos hace falta, sencillamente.
¿Sabéis que no estamos vivos? No podemos estarlo porque no tenemos conciencia de ello. Dejamos que el tiempo sea quien escriba nuestra historia; el tiempo artificial que nosotros mismos nos impusimos para demostrar que somos superiores al resto de animales. Nuestro invento nos ha esclavizado.
¿De veras no te suena de nada todo esto?
Nos basamos en normas que intentan justificar el absurdo.
Somos meros espectros, pequeñas manchas en una realidad siempre confusa e incompleta a voluntad.
No sé qué podemos esperar del futuro, si lo basamos en un tiempo que no traerá nada que no hagamos nosotros. Y no hacemos nada; perdemos el tiempo, esperamos a que pase y después llegue.
Vivimos apáticos en una muerte cerebral creada por la impuesta sensación de bienestar.

Somos envividiables, ¿verdad?




"Que el puño en alto significa rebelión,
que si gritamos es para saber que estamos vivos."

No hay comentarios:

Publicar un comentario