sábado, 29 de enero de 2011

Los perros muerden,

Fieles o no, todos los perros mordemos.

"Voy a ahorcarme con tus medias entre caladas, traiciones y verdades a medias; entre el cielo y el infierno, cuando lo que escribes va más allá del cuaderno. 
Ahora, un día, una vida, no es suficiente. El amor, la guerra, la envidia, no es suficiente. El rencor entre tu mente y mi mente... Dirán que estoy loco, pero todo me parece poco."


Hay algo en el ocaso que sorbe de los cuerpos las fuerzas. Por eso camino ahora sin avanzar y escucho el eco de mis pisadas en calles que recorro completamente desnuda. Absurdamente; desnuda
Pero nadie se da cuenta.
Hay algo en el ocaso que coloca frente a mis pupilas una lente corrosiva, y por más que me esfuerce no consigo ver vida en los demás transeúntes. A menudo estoy segura de que no la hay.

Soy translúcida
como una tarde de invierno sin frío,
ni calor.

Y peligrosamente empiezo a pensar que si ahora me arrollase un coche no ocurriría nada.
Quizás, sobre la carretera, un extraño charco de agua.
Dulce.


Si no me desnudan tus manos lo harán mis fantasmas. Ellos en vez de de flores traen poemas de Bukowski.


Infieles o no, todos los perros muerden.
Mordemos
a la nada.


laura.nana

Somos

No quiero, bajo ningún concepto, tener que explicar a mis hijos que las manzanas no vienen de latas, y que la merluza no nace preparada en varitas en la sección de congelados.
Así que, por favor, entiende que defienda el error académico de escribir Naturaleza con mayúsculas.

Espero que no hayas olvidado qué es respirar.

Sacas una vida del frigorífico, la calientas al microondas y para que no quede sosa añades unos pocos pensamientos del envase de al lado de los cereales.
Hemos olvidado sentir en plural.

Somos uno. Un inmenso organismo que siente, late, cambia y sufre.  
Nos empeñamos en ser de plástico pero tenemos ramas en las neuronas y raíces en los pulmones, en las venas y arterias.


Vuelve a plantearte el papel de los humanos en todo esto.


laura.nana

Un día cualquiera.

Poner las cosas del revés para que empiezen a girar y me den mil vueltas. Mil vueltas de campana cayendo al delirio y de repente, como el ruido de un cristal estallando en mil pedazos: PUM, caer contra el suelo. Volviendo a la cordura, en un intento por enloquecer de nuevo. Enloquecer para ver como las olas envuelven la vida en abrazos de esperanza. Y de pie, de frente a la vida, mirando el techo de cartón que se refleja en el agua. Y volver a soñar con nuevos amaneceres que desaten huracanes de sensaciones: donde deje de existir el tiempo. Duerme, y siéntete renacer de una vez.

Vivamos más allá de los límites del cuerpo, vivamos más allá de las fronteras. Que no nos impidan ver la realidad tal como es:una sucia y barata mentira.


Miriam
Jau

miércoles, 26 de enero de 2011

Sinapsis afrodisiaca


Queridx desconocidx:

Sigues enamoradx de la idea de enamorarte. No digas que no: aún te pierden las ganas de sentir algo.

Te hierven las pupilas buscando a alguien, no sabes a quién, que te revuelva las pecas y el mundo. Analizas todas las miradas, todos los gestos, cada centímetro de piel; intentando dar con la pólvora. Deseas consumirte en unos ojos y nadar por siempre en su cuerpo, tejer tu vida con el hilo de sus pensamientos. Por siempre, por todo un instante.

Pero cuando no encuentras amor incendiario, te sumerges en tu pecera de sueños; y crecen y crecen los personajes hasta que vives fuera del cuento. Tú no te enteras, pero ya no es real. Te recreas en las palabras y ellas hacen de los mortales poesía. Ahora, valiente, dile a tu escultura que te bese.

(Como lo haría yo, si no me dejases)

Vuelve a los libros y di algo ocurrente, una nueva teoría sobre amor y la fase REM. 
Con tanta fantasía en la boca cómo voy a explicarte que son tus ojos la pólvora. Y que yo...

Que yo quiero que te dejes de hacer canciones, y que me hagas el amor.





laura.nana

NUNCA OLVIDES QUE SI CAES ES PARA VOLVER A LEVANTARTE.

Se me escapó el aire, el viento.

Se me rompió la vida y ahora tan solo intento coserla a pesar de sus intentos por no quedarse conmigo. Ya está cansada de tanto desequilibrio mental, porque ando siempre buscando una inestabilidad que me devuelva al mar. A esa sensación de sentir que te puedes caer en cualquier momento, en cualquier lugar; porque eso significa que te puedes volver a levantar. Y puede que con más ganas que nunca.

No, ya no me duelen tanto las caídas, tan solo se me quedan los nudillos rojos y alguna que otra cicatriz escondida. Porque aprendí a caer bien, así no duele tanto sentir que me siento vacía. Vacía de sensaciones en espera de otras nuevas.

De tanto teorizar se me quedan cortas las palabras.

Quiero encontrar sueños que me duerman,
quiero gritarle a la vida entera:
qué baratos son los sueños y caras las utopías,
que estas sucias realidades se disfrazan de mentira.

NUNCA OLVIDES QUE SI CAES ES PARA VOLVER A LEVANTARTE.




Miriam
Jau

lunes, 24 de enero de 2011

SONRÍEte

Sonríe.

Sabes que aún te queda mucho por lo que luchar, y mucho por conocer. Que tu vida vale la pena si crees en ella, y si crees en ti. Porque en el fondo sabías sentir y creo que no has dejado de hacerlo. Puedes, aunque te cueste aceptarlo. Puedes coser tus heridas, cerrarlas o no, y dejar que se curen. Que no llueve para siempre así que deja de llorarle a tu interior. Puedes volver a sentir lo mismo, sabes que puedes hacerlo.

Sabes que todavía estás reflejado en el espejo, que no se ha olvidado de ti. Sabes que no has desaparecido. Así que deja de caminar ausente, de seguir los pasos que te marquen; y no te dejes influir por esas mentes. Sólo tú sabes lo que quieres, igual que sabíamos lo que éramos: y nadie podía impedirlo. Acuérdate de esos días en los que brillaba la luna, ¿ahora sientes lo que te dice?: BRILLA PARA TI. Y lo sigue haciendo, para que no abandones la lucha. Para que no dejes de buscarte, para que sigas soñando inconscientemente. Sabes que puedes hacerlo.

Sabes que aún puedes hacer que se dibujen sonrisas, dibujarte la tuya y jugar con ella. Te queda mucho por hacer, así que no, no llores. Olvida la tristeza y recuerda tu sonrisa y tus abrazos al aire, tus besos y tu vida. A pesar de todo sigues existiendo, ya basta de putos entes y medias tintas. A pesar de todo existes, existes para el mundo aunque a veces se te olvide, y existes para mí.

Da igual que hayas perdido el guión de tu obra, el mío se quemó al jugar con fuego y ya sólo me quedan cenizas. Pero las cenizas de algo ardiente, de mil sensaciones y de mil sonrisas; aunque también los restos de alguna aguja clavada en mi cabeza y en mil lugares, y por eso también me quedan cicatrices.
Por eso y por tantas cosas, no olvides sonreír; aunque nadie nos haya enseñado a amar: nosotros aprendemos solos. Aprendemos a gritos, y si escuchas el silencio me oirás regalarte una sonrisa (una de tantas).

(El aire dice que ya no te ve sonreír. Pero créeme, no somos transparentes)

¿Todo es mentira?





Miriam
Jau.

sábado, 22 de enero de 2011

Gato rojo

Le da igual dormir en un palacio, en las sábanas de quien no debería o en un cajero automático; siempre que tenga algo por lo que levantarse a la mañana siguiente, y alguien con quien compartir el desayuno, un cigarro, y lo que surja. Por esa mala costumbre suya de untar las tostadas con filosofía en vez de mermelada y dibujar en las servilletas de papel.

Saluda al día en una cafetería extranjera, de esas que hay en su país, en las que cada uno habla un idioma que no es de nadie, ni mucho menos del pensamiento.
En un baño de diseño o de telarañas, se mira al espejo y retoca algún que otro rizo. Se pinta los labios con cuidado, para no salirse del dibujo y acabar diciendo verdades.

Apaga el ruido de fuera y piensa en voz alta:
"Sólo tú puedes juzgarte. Y únicamente a ti.
Dejar de hacerlo supone perderse; un falso vacío legal, un agujero negro en la conciencia. ...Al fin y al cabo, conforme pasan los años te das cuenta de que eres la única persona a quien de verdad tienes que rendir cuentas, de lo que has hecho y lo que no. Y ahí no valen medias tintas.
Frente al espejo, sólo estás tú."

Sale y acaba las tostadas, el té, las migas de azúcar. 
A veces se acuerda de pagar.

Muchos días los pasa en el museo. Piensa en qué es el arte y si se puede crear aún; y todas esas cosas que hay que discurrir en un sitio así.

No lo dice, pero tiene la necesidad de convertirse en arte en el pensamiento de los demás. No la musa, sino una obra maestra.
Qué importa entonces la diferencia entre una virgen renacentista o el grito de las pinturas negras.

Algunas noches sale de bares, y convulsiona en do menor.
"Maldita niña suicida, qué lejos estás de todo."
Como le dijo mamá, sus ojos viven en el Callejón del Gato.
Para olvidarlo, se lanza al ruido más salvaje como quien se tira por un acantilado:
sin perder la sonrisa.


Laura.Nana


Imagínate.

Imaginemos que escribo desde otro lugar, lejos de aquí. Hay mar.

Era de noche y había luna llena, por eso el mar estaba más bello que nunca. La luz de la luna atravesaba el agua creando espejismos. Volátiles.

No, no había farolas que cegasen a las luciérnagas. Tampoco había miedo, ni siquiera existía. Tan solo había vida, brotaba de las paredes blancas por la luz.

Tampoco había relojes, no querían tener prisa por hacer las cosas. Sabían que el tiempo mataba y por eso lo habían roto. Por eso estaba ahí, anclado en la pared, solo, destrozado.

Su única droga era el aire, caladas de esperanza. No necesitaban evadirse de nada, nada les ataba. 

Veían el mundo a través de sus propios ojos, veían lo bueno del mundo y por eso eran buenos con él.

Les gustaban las hogueras, el crepitar del fuego. Sí, ardían en deseos. En deseos de que todas las noches no fueran iguales y que la luna les trajese nuevas estrellas. Amaban su luz, tan blanca.

También amaban las mentes, hacían el amor con ellas, a días; porque no todos los días pensaban igual. A veces amaban y otras veces querían ir a morir al mar. Ser agua, ser vida.

Se preguntaban muchas cosas y no buscaban todas las respuestas porque sabían que ellas vendrían solas, como pequeños destellos de luz. Sí, luz de luna.

Les encantaba escuchar el balanceo de los árboles cuando les rozaba la brisa y revoloteaban las alas de los pájaros, fugaces.

Sentían sentían tanto que a veces les dolía. Sentían todo lo que les rodeaba y con sonrisas pintaban su realidad, desnuda.

Allí también soplaba el viento entre sus vidas. Por eso le dejaba meterse en su interior, así volaban con él. Entre los susurros del agua, entre las lágrimas de las olas; porque ellas a veces también querían volar. Querían ser lluvia para despertar las mentes dormidas que habitaban lejos de allí.

Ahora empezaba un nuevo viaje, el comienzo de otro mar, en otros lugares. En su intento por cambiar el mundo, otra vez. Aún nos queda averiguar si sería un final o un principio pero, aunque no lo sepa, llévame lejos de aquí. Viento.

Miriam 
Jau

jueves, 20 de enero de 2011

Bienvenidxs a mi historia.


Todo  comienza con un "Bienvenidxs a mi historia".

Quería contar una historia, quería formar parte de algo grande, quería ser algo más. Había volado sola, había andado sus pasos, había bailado con el viento, había... había hecho tantas cosas. Pero tenía demasiado por hacer, demasiado por recuperar, y también demasiado por perder. Por eso quería contar una historia, quería contar su historia para no olvidarla nunca. Pero tenía tanto miedo como ilusión.

Tenía ilusión por cometer más errores aunque estuviese cansada de hacerlo, quería estallar en una tormenta. En su tormenta. Quería que le recorriesen torbellinos de sensaciones aunque agujereasen su cabeza, ya no le importaba romperse un poco más.

Quería que hubiese más pájaros revoloteando entre las trenzas de su pelo, quería vivir su locura por cambiar el mundo.

Quería romperse.
Quería romper su interior para volver al principio, pero no quería que le rompiesen; ya no quería sufrir.
Quería romperse por sí misma, así dolía menos.

Quería que el sol le pintara la cara, quería sentirle otra vez. Es más, no quería dejar de sentirle; nunca había querido.

Pero a pesar de tantos "querías" y de tanto por contar, decidió no contar nada; porque pensó que quizás nada merecería la pena. Y si realmente fuese importante no haría falta contarlo. Porque pensaba que quien la conociese sabría lo que quería; que quería despertar y descubrir que esto era un sueño.

Por eso todo comienza y termina con un "Bienvenidxs a mi historia", a aquella historia que quizás nunca me atreva a contar, porque quizás sea demasiado real para escribirla y darme cuenta de que existe.

Y a pesar de todo seguía pensando que quien la conociese sabría lo que quería, pero ¿quién iba a conocerle si ni siquiera ella misma sabía quién era? 

Puede que todo esto tan solo fuese un delirio, su delirio; aquel en el que quería volver a bailar con el viento: que el invierno parecía mucho más frío sin él.

Mi delirio.
Miriam
Jau


miércoles, 19 de enero de 2011

Viento.

Viento, sonríeme; dame vida.
Déjame mezclarme contigo una vez más.
Hazme sentir.
Hazme sentir algo más que esto.
Hazme sentirte.
Deja que me meta contigo en la primavera:
crea una nueva para nosotros.
Otra primavera más.
Aunque haga frío,
no creo que pueda congelarme más.
No dejes que te corten las alas,
vuela libre; vuela conmigo.
Déjame esconderme en tus párpados
para verte cada vez que los cierres.
Pero déjame.
Déjame.
Déjame contigo.
Que ya no quiero más tiempo que tu vida.
Quiero perderme entre tus palabras calladas.
Quiero desaparecer contigo en mil lugares, viento.
Porque me gustas cambiante.

Miriam
Jau

sábado, 15 de enero de 2011

Medio gramo más de inesencia, que hace frío.

Empieza la carta, sin remite ni destinatario:
"Tal vez vine acá buscando un poeta."





Era como sus ojos: cambiante.
Ella decía que tenía los ojos fáciles, porque podían ser de color que quisieras.
También decía que era una persona difícil, por el mismo motivo.
Pero al revés.

En seguida se cansa. Toma un sorbo de infusión y le habla al espejo o al tablero de ajedrez:
- ¿A ti no te pasa a veces?
- ¿Darte cuenta de que sabes y entiendes más de lo resulta cómodo en el contexto y situación de tu persona? Sí, a menudo.
- No, me refiero a sentirte rara los días de niebla.
- Ah. Eso también.

Se pinta los labios rojos, para que parezcan estar vivos hasta los besos que no da.
Gime, orgasmo en mi bemol. Un poco desafinado.


¿En qué piensas?
Aún se oyen voces en el patio.
Pensamientos que se deshilachan, síguelos si quieres perderte.


Y en todas las paredes algo que te dice que no deberías estar aquí ni ahora. Contradicción espacio-temporal; personal e intransferible como una epidemia

Laura.Nana

jueves, 13 de enero de 2011

Decían que hacía el amor, decían que hacía poesía.

Decían que hacía el amor porque era la única manera de hacer poesía.


Tantas veces había pedido poemas al aire que ahora le resultaba extraño rimar con el viento. Pero se había enamorado de él y también de la brisa que rozaba su cuello por las mañanas. Pero quería enamorarse de algo que no sabía cómo definir. Alguna vez le oyeron decir que quería enamorarse de la vida, pero que era demasiado perra para poder escribirla.


Sí, porque amar significaba escribir. Amar tan solo era un arte más, pero un arte que englobaba al resto. Amar le parecía lo más bello,  aunque ni siquiera supiese con certeza si lo había experimentado. Quería pasar su vida amando, porque siempre se había dicho que no era lo mismo escribir amando que sin corazón. Y entre las cosas que tenía claras estaba escribir; en cualquier momento, en cualquier lugar, con lo que fuese. Le daba igual que fuese una noche con luna pintando palabras con sus manos en la arena de la playa, o que fuese junto a la lluvia que caía empapando la ciudad; o quizás tras la ventanilla de un tren, quizás un tren que no sabía a dónde iba ni de dónde venía para no volver nunca más. Pero escribir, no dejar nunca de expresarse. Porque a veces si no veía sus delirios escritos creía no entenderlos y puede que aunque los escribiera siguiese sin comprender nada; pero así sentía que las palabras no se iban como el viento.


Ni siquiera sabía si sabía escribir, a veces se le olvidaba crear armonía entre palabras, pero en su interior siempre desataban sensaciones. Porque, incluso en los días en que estaba dispuestx a morir la única parte suya que le quedaba: escribir le daba vida. Tenía demasiado dentro como para dejar de sentir. Tenía demasiados versos escondidos y demasiadas letras que ubicar.

Sí, seguían diciendo que hacía el amor porque era la única manera de hacer poesía.





Miriam
Jau

lunes, 10 de enero de 2011

Paso a paso.


No tenía guía, hacía tiempo que caminaba solx. Paso a paso, poco a poco, vida a vida. Quiso salir, lo necesitaba (o eso creía). Vena a vena se tiñó su sangre de azul y así su corazón. Vestía de los colores del aire para sentirse un poco mejor y observaba con detenimiento todo lo que tenía a su paso, así fue creciendo. Evolucionando, por sí mismx. Dejó de fiarse de los caminos pues eso significaba que alguien los había marcado y tenía claro que se quería crear uno propio. Quería recorrer su vida por donde nadie había pasado, quería guardar en su bolsillo las huellas que había vivido para seguirlas solamente cuando se hubiese perdido. Pero, ¿y si ya se había perdido? Bueno, volvería a encontrarse. Eso ya no importaba, ¿acaso importaba algo más que volver a vivir? Renacer y respirar el aire, esnifar los momentos y vivirlos al máximo. Eso sí que le importaba, poder disfrutar de lo que le brindaba el mundo – siempre en un vaso de agua-. Su mundo.

No quería olvidar, no estaba dispuestx a empezar de cero. Había vivido y tan solo iba a recorrer otros caminos, aquellos que nadie había pisado. Pero claro, le caracterizaba cierta bipolaridad; por eso a veces quería romper con todo. Y a veces no. Entonces llegó a la conclusión de que no sabía todo lo que quería, de que aunque hubiese cosas que tenía muy claras siempre había otras que iban y venían; incluso que no volvían. Por eso todos los días eran diferentes.

Tenía miedo. Y sabía que ahora no tenía a nadie para ayudarle con su delirio. Tenía miedo de olvidar cómo se sonreía y de que nunca más volviese a hacerlo, no de verdad; tenía miedo de no volver a sonreír de verdad. Pero también tenía miedo de sonreír, de sonreír tanto que le dominasen las sonrisas vacías y dejaran de afectarle las cosas; tenía miedo de que por falsas sonrisas se olvidase de sentir. Por eso y por tantas cosas quiso construir su mundo, a su medida. No necesitaba maletas, tan solo se llevaría consigo aquella sonrisa. Una de verdad.

Y sabe que en ese mundo (ahora) estará solx, porque quizás aquí haya cosas que aten demasiado. Pero sabe que necesita ese mundo para sobrevivir, un poco más que antes. Pero no sobrevivir por inercia; sobrevivir de verdad. ¿Cuánto tiempo sería capaz de esperar hasta encontrarlo?





Miriam
Jau

domingo, 9 de enero de 2011

Lléname de vida y seremos arte.

Piérdete -le dijo la ciudad-, piérdete en mí.
Y ella entendió que debía encontrarse.

Lléname de vida y seremos arte.
Vive, siente muy fuerte;
como si mereciese la pena,
como si fueses a morir.


Esta es la historia de un loco. Uno de esos que de repente entendió que sí, que estaba loco. Y desde entonces todo es más aburrido.
Por eso, procura olvidar que lo sabe. Como no tiene sentido, puede ser cualquier cosa, hasta feliz.


Don't worry, Playing for Change, Songs Around the World

Laura Nana